Este podría ser un buen resumen del taller sobre Gestión Estratégica del Desempeño desarrollado en colaboración entre el Círculo, la Cátedra Prosegur de la UA y el COITIA, e impartido por Pedro Calvo, Ingeniero Industrial, directivo en diferentes empresas multinacionales y profesor.
El crecimiento sostenible de la empresa pasa por el compromiso compartido empresa/trabajadores; compromiso que no puede construirse solo sobre la pasión y la motivación, con ser muy importantes, sino que necesita de manera imprescindible la competencia, las habilidades para desarrollar la empresa tanto por parte de los directivos como de los empleados, y la mayor responsabilidad recae en el lado de la dirección: tenemos que conseguir que el empleado aporte a la empresa no solo su trabajo, sino también su corazón, su pasión, su cualificación permanente; para lo que es imprescindible tratar al trabajador con respecto, con consideración, con honestidad, con integridad, con el ejemplo, delegando.
El compromiso nos lo tenemos que ganar en el terreno de juego; no se consigue por escalafón sino por liderazgo: tratar bien al director general de la compañía es un valor entendido, es lo que se espera; la diferencia está en tratar muy bien a tus empleados.
La diferencia entre empresas o departamentos que funcionan y otros con dificultades está muchas más veces de las imaginamos en la relación jefes/empleados: nuestro primer objetivo como jefes debería ser que cada lunes la gente llegue al trabajo con ilusión, no con la depresión que en muchas ocasiones observamos.
Y en gran medida, es la gestión correcta del desempeño lo que puede marcar la diferencia. Implica Planificación, Desarrollo y Evaluación, y pretende asegurar el éxito compartido empleado/empresa: si todos los empleados consiguen los resultados individuales que tienen asignados (evidentemente con una distribución correcta de esos resultados), la compañía alcanzará sus objetivos corporativos. Esto exige diálogo jefe/colaborador, debate y consenso sobre los objetivos a alcanzar, alineamiento comprometido con los resultados planificados, y procesos de seguimiento que contrasten periódicamente el nivel de progreso en los objetivos e incorporen las acciones correctivas necesarias cuando existan desviaciones negativas y aún estamos a tiempo de rectificar.
El proceso de Gestión del Desempeño exige tener en cuenta tres áreas de gestión:
- – Resultados (económico-financieros, calidad, cuota mercado, ventas, satisfacción cliente, etc.). Son imprescindibles (en palabras de Jack Welch, ex CEO de General Electric, “ganar es bueno”). Si la compañía no tiene éxito económico, cerrará. La primera obligación de la empresa, por tanto, es ganar dinero, lo que posibilita mejorar salarios, incrementar plantillas, promociones profesionales, contribución al desarrollo social al menos a través de la aportación de los impuestos sobre los beneficios, … Resultados mediocres no son admisibles.
- – Estándares de liderazgo: ¿cómo tenemos que conseguir esos resultados?¿cuál es la cultura que estamos promoviendo en la organización?, ¿qué estilo de dirección estamos aplicando?, analizar si los conseguimos por medio de la participación, el respeto, el compromiso, el equipo … si estamos desarrollando una cultura de alto rendimiento: comunicación abierta y sincera, gestión de conflictos, empatía, trabajo en equipo, … es la única vía para alcanzar los resultados de una forma sostenible y no se puede improvisar: importa conseguir resultados, pero no solo es el qué, sino también el cómo, sobre valores firmes y arraigados que hay que vivir en la empresa (no solo expresarlo la dirección).
Al respecto Jack Welch distinguía tres tipos de directivos:
- Directivos Clase A: siempre consiguen los resultados de forma coherente con la cultura empresarial. Son verdaderos líderes. Transforman a gente normal en gente extraordinaria.
- Directivos Calse B: consiguen resultados, pero sus estándares de liderazgo son malos, no hacen crecer a sus empleados. Terminan siendo un cáncer para la empresa. Hay que invitarlos a salir de la compañía.
- Directivos clase C: excelentes estándares de liderazgo, la gente los sigue, se comprometen, pero no consiguen resultados. En un plazo de seis meses deben invertir la tendencia, deben conseguir resultados o tendrán que salir de la empresa.
- – Desarrollo, ¿de qué forma, qué capacitación damos a los empleados para alcanzar los resultados, ¿qué conductas se deben desarrollar y qué procesos abordar?. Es la parte del desarrollo de las personas, y constituye la primera labor del mando, entendiendo por Desarrollo cualquier acción que mejore la prestación del empleado (análisis recientes sugieren que un jefe muy bueno desarrollando a sus empleados consigue una mejora del 25% en los resultados respecto a un jefe neutro; reduce en un 40% el riesgo de que esas personas abandonen la empresa, e incrementa un 35% el compromiso de los empleados).
Los motores que mueven estas tres áreas partiendo del desarrollo son el coaching (ayudar al empleado a que tome sus decisiones, sin aceptar la delegación hacia arriba), el diálogo y la retroalimentación, que forman parte implícita e imprescindible del Ciclo de la Gestión del Desempeño, que correctamente desarrollado debe abordarse en una serie de fases a lo largo del ejercicio (es frecuente en algunas empresas que dicen tener implantado un sistema de gestión del desempeño, que el contacto formal Jefe/Empleado a estos efectos se produzca una única vez al año, lo que es claramente insuficiente para la mejora continua que el sistema pretende.
En un proceso normal, el Ciclo de Gestión del Desempeño debería abordarse en la siguientes fases:
- 1ª fase: Planificación.
Reunión inicial Jefe/Colaborador para fijación de objetivos individuales partiendo de los objetivos corporativos y los del departamento. La reunión se plantea tras el análisis por parte del colaborador y envío de su propuesta al jefe, para debatirla en la reunión y, en la medida de lo posible, llegar a un consenso que facilite la consecución de los objetivos del empleado, el departamento y la organización.
- 2ª fase: Evaluación reglada. (al final del primer trimestre) ¿Cómo van los objetivos sobre el presupuesto?. Esta primera reunión es frecuente que se centre en una metodología para establecer prioridades cuando se alega que no se alcanzan objetivos por falta de tiempo lo que es, lógicamente un problema de prioridades: cada vez que decidimos hacer algo, dejamos de hacer otras cosas. Se trata de que prioricemos aquello que apoya mejor la consecución de los objetivos a los que nos comprometimos en la primera fase.
- 3ª fase: Evaluación reglada (final del segundo trimestre). El objetivo en este y en el resto de seguimientos es analizar desviaciones sobre objetivos y acciones correctoras para conseguirlos (acciones que debería proponer el propio empleado para evitar, como decíamos antes, la delegación hacia arriba: el jefe hace preguntas, pero es el empleado el que debe dar las respuestas para corregir las desviaciones).
- 4ª fase: Evaluación reglada (final del tercer trimestre), otra vez con establecimiento de planes de mejora que permitan avanzar, al menos, de acuerdo con los presupuestos.
- 5ª fase: Evaluación reglada final (a final del ejercicio). Si se ha hecho bien todo el proceso, esta valuación final debe ser solo la crónica de un resultado esperado.
El proceso puede complementarse con reuniones periódicas, informales, de carácter mensual entre el jefe y el empleado definiendo un proceso de mejora continua no solo para la aproximación a los objetivos individuales definidos, sino como parte del imprescindible proceso de desarrollo personal y profesional del empleado del que, en gran medida, es responsable el jefe, afrontando los problemas de comportamiento o de resultados en el momento en que se produzcan, que un incendio, al principio, se apaga con un vaso de agua, pero si se deja arder, puede descontrolarse.
Porque al final, concluía Pedro Calvo, los resultados los consiguen las personas con el apoyo de sus jefes, lo que exige líderes muy buenos, que emitan Energía positiva, que sean capaces de Energizar a otros (contagiar), que sirvan de apoyo y Empujen (no hay obstáculos, problemas; hay retos), y que transmitan Entusiasmo, pasión, convicción, que arrastren.
El ponente terminaba afirmando que la correcta gestión del desempeño aporta más productividad a la empresa que la mejor tecnología.